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viernes, 16 de marzo de 2012



«Riquezas, honor y vida son el premio de la humildad y del temor de Jehová». (Proverbios 22: 4)
Hoy te quiero mostrar lo que la vida me ha enseñado en el ámbito de las realizaciones de éxito:
  1. Es muy importante vivir conducidos por nobles ideales. No hay fuerza tan invencible como la de un ideal.
  2. Hay que aceptar compromisos. La vida, tomada en serio, exige definirse. No es honroso vivir siempre en la encrucijada, sin aceptar compromisos.
  3. No hay nada peor que ir sin saber a dónde. Fatigarse en caminos sin sentido. Vivir sin ruta.
  4. Florecer donde Dios te ha plantado. Triunfar en la vida es poner constancia, responsabilidad, coraje, heroísmo en la misión que Dios te confíe. Es florecer donde Dios te ha plantado, aunque sea en la roca.
  5. El secreto es la, formación y el trabajo arduo. No existen los genios de crecimiento espontáneo. La mayoría de las veces son fruto de una larga preparación. La buena suerte suele ser el premio del trabajo ardoroso y tenaz.
  6. Hay que aprender de los fracasos. Es inevitable que en la vida haya decepciones y malos momentos, pero, aun de ellos, podemos aprender algo bueno.
  7. Comprensión hacia los demás. Urge ir por la vida con un gran gesto de compresión que es la sintonía de las almas grandes, el resultado de sumar dos virtudes cristianas: humildad y caridad.
  8. No hay que correr tras las posesiones materiales. No lo olvides, lo dijo Cristo: «La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee» (Lucas 12: 15).
  9. El heroísmo de la perseverancia. El héroe que todos llevamos dentro prefiere el heroísmo de un instante. Entregarlo todo en un momento es siempre más fácil que desangrarse gota a gota.
  10. Saber retirarse a tiempo. El sol se oculta antes de apagarse, por eso incendia las nubes del poniente. Que tu última estela sea aún luminosa.
No es de los soberbios el éxito que prevalece, ni de los listos la sabiduría que salva, ni de los poderosos la fuerza que redime, ni de los ricos las riquezas que perduran, sino de aquellos hombres que, confiando y obedeciendo a Dios, luchan y trabajan movidos por un ideal noble, respetando a los demás y dando siempre un sentido trascendente a sus empresas, Vive con esta certeza en tu corazón.



























































































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